La verdad es que, no me interesa lo que digas
Una de las actividades que hacemos todos los días es un ejercicio constante en comunicarnos con todas las personas con quien interactuamos. En ocasiones la comunicación llega a ser en dos vías volviéndose valiosa y productiva, pero en otras, la comunicación es de solo un sentido. Volviéndose un soliloquio, una sesión de difusión de las ideas de una sola persona. Recientemente me pidieron ser evaluador de un discurso y llegue al punto de quedar embelesado de lo presentado por el orador, al terminar le felicité por el tema tan interesante y bien presentado, a tal punto que me quedaron muchas ideas a investigar y aplicar en mi vida. Mi amigo quedó satisfecho al saber del efecto que ocasionó en mí y en la audiencia su plática. Momentos más tarde, conteniendo toda clase de remordimientos y tratando de ser lo más cuidadoso, me le acerqué y le dije; “La verdad es que en este caso, no me interesa lo que digas”, su reacción fue de asombro y contrariedad, ya que minutos antes había hecho co