Batalla personal.



Cada persona tiene un objetivo distinto por el que decide enfrentarse a uno de los miedos más grandes que existe; el de hablar ante un público. Las motivaciones son de distintas razones, personales, profesionales o sociales.

Photo by Lelia Milaya 🌿 on Reshot

Aunque en ocasiones nos damos cuenta de que comunicarnos públicamente puede ser un gran reto, y que deberíamos poder desarrollar esa habilidad para superar los miedos, o mejorar los resultados que hemos obtenido., en ocasiones escondemos esa necesidad y tratamos de hacer “lo mejor que podemos” y “le echamos ganas” para salir adelante.

Una razón o excusa que escuchamos es de que si con los recursos con que contamos hemos obtenido los resultados actuales, no hemos de necesitar más. Ahí es donde en ocasiones es mejor mencionar que, ante el éxito, no se puede argumentar algo más. ¿Pero ese éxito puede mejorar o ampliar las opciones? Definitivamente puede cambiar y mejorar el resultado final.

Al el enfrentarnos ante nuestros miedos una reacción que puede ser la más recurrente es; la negación. Conocernos y aceptarnos tal como somos con nuestras fortalezas y debilidades es un proceso de maduración que puede llevar una vida entera. El negar que tenemos una carencia o limitación es una forma inicialmente de protegernos y justificarnos ante nosotros y ante los demás.

Nuestras limitaciones o carencias pueden analizarse y tomar acciones. En ocasiones si no podemos analizarnos y cuestionarnos es necesario la ayuda de algún amigo o especialista. Puede ser que razonemos detenidamente le problema que nos preocupa y encontremos las opciones para desarrollar nuevos hábitos o desarrollar nuevos comportamientos que nos lleven a esa solución.

Pero haciendo una asimilación con otro dicho popular; “los toros se ven mejor desde la barrera”, esto significa que en ocasiones estamos tan inmersos en nuestros problemas y llegamos a tener la llamada “ceguera de taller” donde a pesar de tener las respuestas y elementos que ayuden a la mano, nuestra actividad diaria nos impide ver con claridad las respuestas y las ignoramos.

Otra persona al ver desde otro punto de vista alguna situación, sin tener las emociones o las presiones que nos embargan puede detectar las opciones que pueden dar a la identificación de la mejor acción a tomar.

Durante toda la existencia del ser humano han existido forma de apoyo, que han permitido a dirigentes, reyes, presidentes y personas en general. Formas que se han desarrollado en desde magos, sabios, terapeutas, sicólogos, consejeros, asesores y actualmente los llamados coaches.

Si bien la mejor solución es lo que buscamos en forma inmediata, por lo general esa solo llega cuando la conceptualizamos y la elevamos a la acción y toma de decisiones.

Antes, solo podremos imaginar la mejor situación, el mejor argumento y le mejor resultado, pero, en ningún momento podremos acercarnos a el sino por la acción que tengamos. Al aplicar las sugerencias o las acciones que decidamos llevar a cabo.

Por más que nos empeñemos en que nos digan la solución, si no la implementamos en forma activa, los resultados no cambiarán.

Un buen inicio en un proceso de encontrarse con uno mismo, de conocerse y de ser sincero y honesto de nuestras limitantes es de poder identificarlas y llamar las cosas por su nombre. Pero no es suficiente con eso, sino, por otro lado, hay que convencer y hasta dominar a ese juez tan crítico y estricto y en ocasiones tan insensible que es nuestra propia mente. Lo que más nos preocupa generalmente es proteger nuestra autoestima y sabemos perfectamente por donde podemos encontrar las excusas más adecuadas que han de convencer al más crítico y que puedan justificar las más extrañas acciones que tengamos.

Excelente es haber dado el primer paso si se puede identificar y reconocer algún miedo o limitante.  Puede llevar mucho tiempo el llegar a ese punto, pero lo siguiente puede ser aún más complicado pues hay que tomar acción para modificar el comportamiento y los hábitos. Aquí puede haber fracasos y errores que puedan inclusive reforzar el sentimiento de mejor regresar al inicio donde al menos ocultando el problema ya estábamos acostumbrados.

Un atrevimiento constante y en la dirección adecuada puede llevar a un gran cambio. Cambios que pueden complementar y reforzar el objetivo en gran forma pueden ser desde cambiar la ropa, la ruta que usamos cotidianamente o un pequeño comportamiento.

         ¿Qué te da miedo? ¿Hablar ante un público? Busca un grupo de oratoria.
         ¿Te da miedo ahogarte en una alberca?, busca un club de natación.

Sal de tu zona de confort y atrévete a tomar acción y define retos que te lleven a dominar ese miedo. En ocasiones después de pasar por todo ese proceso puedes terminar dándote cuenta de que no era tan inalcanzable.

En un grupo de oratoria puedes encontrar ese gimnasio en el que has de hacer ejercicios y con participaciones activas podrás enfrentarte a varios de los más fuertes miedos.

La repetición es la clave para obtener un nuevo hábito y tal como a un maratonista la continua rutina de ejercicio y estableciendo diversas estrategias de entrenamiento podrá obtener la fuerza y habilidad para participar en la carrera que ha planeado.

Si deseas cambiar empieza esa batalla, puede ser difícil el lograrla por ti mismo, pudiera ser que tengas la fortaleza y disciplina necesaria, pero hay la opción de enfrentarla acompañado de compañeros, mentores, coaches. La opción para ti existe.  Encuentra el grupo de apoyo donde sientas que habrá una palabra motivadora y un espacio para probar tu desarrollo, el pedir ayuda no es una derrota, es la opción de ser humilde y reconocer que tenemos carencias en algunas áreas y que eso eventualmente ha de llevarte a puerto seguro.
  




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