Batalla personal.
Cada persona tiene un objetivo distinto por
el que decide enfrentarse a uno de los miedos más grandes que existe; el de
hablar ante un público. Las motivaciones son de distintas razones, personales,
profesionales o sociales.
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Aunque en ocasiones nos damos cuenta de que
comunicarnos públicamente puede ser un gran reto, y que deberíamos poder
desarrollar esa habilidad para superar los miedos, o mejorar los resultados que
hemos obtenido., en ocasiones escondemos esa necesidad y tratamos de hacer “lo
mejor que podemos” y “le echamos ganas” para salir adelante.
Una razón o excusa que escuchamos es de que
si con los recursos con que contamos hemos obtenido los resultados actuales, no
hemos de necesitar más. Ahí es donde en ocasiones es mejor mencionar que, ante
el éxito, no se puede argumentar algo más. ¿Pero ese éxito puede mejorar o
ampliar las opciones? Definitivamente puede cambiar y mejorar el resultado
final.
Al el enfrentarnos ante nuestros miedos una
reacción que puede ser la más recurrente es; la negación. Conocernos y
aceptarnos tal como somos con nuestras fortalezas y debilidades es un proceso
de maduración que puede llevar una vida entera. El negar que tenemos una
carencia o limitación es una forma inicialmente de protegernos y justificarnos
ante nosotros y ante los demás.
Nuestras limitaciones o carencias pueden
analizarse y tomar acciones. En ocasiones si no podemos analizarnos y
cuestionarnos es necesario la ayuda de algún amigo o especialista. Puede ser
que razonemos detenidamente le problema que nos preocupa y encontremos las
opciones para desarrollar nuevos hábitos o desarrollar nuevos comportamientos
que nos lleven a esa solución.
Pero haciendo una asimilación con otro
dicho popular; “los toros se ven mejor desde la barrera”, esto significa que en
ocasiones estamos tan inmersos en nuestros problemas y llegamos a tener la
llamada “ceguera de taller” donde a pesar de tener las respuestas y elementos
que ayuden a la mano, nuestra actividad diaria nos impide ver con claridad las
respuestas y las ignoramos.
Otra persona al ver desde otro punto de
vista alguna situación, sin tener las emociones o las presiones que nos
embargan puede detectar las opciones que pueden dar a la identificación de la
mejor acción a tomar.
Durante toda la existencia del ser humano
han existido forma de apoyo, que han permitido a dirigentes, reyes, presidentes
y personas en general. Formas que se han desarrollado en desde magos, sabios,
terapeutas, sicólogos, consejeros, asesores y actualmente los llamados coaches.
Si bien la mejor solución es lo que
buscamos en forma inmediata, por lo general esa solo llega cuando la conceptualizamos
y la elevamos a la acción y toma de decisiones.
Antes, solo podremos imaginar la mejor
situación, el mejor argumento y le mejor resultado, pero, en ningún momento
podremos acercarnos a el sino por la acción que tengamos. Al aplicar las
sugerencias o las acciones que decidamos llevar a cabo.
Por más que nos empeñemos en que nos digan
la solución, si no la implementamos en forma activa, los resultados no
cambiarán.
Un buen inicio en un proceso de encontrarse
con uno mismo, de conocerse y de ser sincero y honesto de nuestras limitantes
es de poder identificarlas y llamar las cosas por su nombre. Pero no es
suficiente con eso, sino, por otro lado, hay que convencer y hasta dominar a
ese juez tan crítico y estricto y en ocasiones tan insensible que es nuestra
propia mente. Lo que más nos preocupa generalmente es proteger nuestra
autoestima y sabemos perfectamente por donde podemos encontrar las excusas más
adecuadas que han de convencer al más crítico y que puedan justificar las más
extrañas acciones que tengamos.
Excelente es haber dado el primer paso si
se puede identificar y reconocer algún miedo o limitante. Puede llevar mucho tiempo el llegar a ese
punto, pero lo siguiente puede ser aún más complicado pues hay que tomar acción
para modificar el comportamiento y los hábitos. Aquí puede haber fracasos y
errores que puedan inclusive reforzar el sentimiento de mejor regresar al
inicio donde al menos ocultando el problema ya estábamos acostumbrados.
Un atrevimiento constante y en la dirección
adecuada puede llevar a un gran cambio. Cambios que pueden complementar y
reforzar el objetivo en gran forma pueden ser desde cambiar la ropa, la ruta
que usamos cotidianamente o un pequeño comportamiento.
¿Qué te da miedo? ¿Hablar ante un público?
Busca un grupo de oratoria.
¿Te da miedo ahogarte en una alberca?,
busca un club de natación.
Sal de tu zona de confort y atrévete a
tomar acción y define retos que te lleven a dominar ese miedo. En ocasiones
después de pasar por todo ese proceso puedes terminar dándote cuenta de que no
era tan inalcanzable.
En un grupo de oratoria puedes encontrar
ese gimnasio en el que has de hacer ejercicios y con participaciones activas
podrás enfrentarte a varios de los más fuertes miedos.
La repetición es la clave para obtener un
nuevo hábito y tal como a un maratonista la continua rutina de ejercicio y
estableciendo diversas estrategias de entrenamiento podrá obtener la fuerza y
habilidad para participar en la carrera que ha planeado.
Si deseas cambiar empieza esa batalla,
puede ser difícil el lograrla por ti mismo, pudiera ser que tengas la fortaleza
y disciplina necesaria, pero hay la opción de enfrentarla acompañado de
compañeros, mentores, coaches. La opción para ti existe. Encuentra el grupo de apoyo donde sientas que
habrá una palabra motivadora y un espacio para probar tu desarrollo, el pedir
ayuda no es una derrota, es la opción de ser humilde y reconocer que tenemos
carencias en algunas áreas y que eso eventualmente ha de llevarte a puerto
seguro.
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