¡Felicidades si tienes temores!
“Nada en la vida debe de ser temido, solamente comprendido. Ahora es el momento de comprender más, y temer menos”
- Marie Curie
¡Felicidades si tienes temores!
Temor; sentimiento de inquietud o angustia que impulsa a huir o evitar aquello que se considera dañoso, arriesgado o peligroso.
Una de las sensaciones que continuamente nos hacen paralizar es el miedo. Muchas veces hemos sentido miedo, es parte de la vida. Siendo pequeños nos guarecemos en la seguridad de nuestros padres y en ocasiones ellos nos protegen guardándonos del peligro y en otras, explicando y tratando hacernos razonar de que no existe el elemento que nos causa el miedo.
Los miedos son experiencias desagradables que hemos vivido o seguimos viviendo sin lugar a duda. Lo digo porque existen miedos fundados, a situaciones reales y miedos infundados, los primeros son posiblemente los más complejos de superar, aunque son de los que más fácilmente identificamos las causas; los segundos son, también, posiblemente los más complicados con los que convivir, por lo complejo que el razonamiento nos haga encontrar la explicación del origen.
El haber vivido malas experiencias pudo permitir el surgimiento, en nosotros mismos, de temor y miedo. Miedo tantas veces paralizante y esclavo que no nos permite seguir adelante, miedo que la mayoría de las veces no es opcional, porque se teme por razones obvias.
Lo que es opcional es la gravedad o intensidad que le atribuimos a ese miedo, y lo que ocasionalmente podemos cambiar, es la percepción de la duración de ese miedo y todo lo que arrastra y va perjudicando y limitando nuestra vida. En ocasiones es tan complejo y difícil de identificar, que necesitamos ayuda profesional para identificarles.
Y efectivamente convivimos con miedos, con miedos fundados y con miedos infundados, con temores reales e irreales, con sospechas, con dudas, con pensamientos y emociones tantas veces improductivos que terminan por sumergir a quien los vive en un espacio de aparente protección poco afortunado.
Los miedos no se superan nunca cuando nos alejamos de ellos o los evitamos, no, los miedos siguen ahí al acecho hasta que uno tiene el valor de confrontarlos, cara a cara, porque sólo el conocimiento y la comprensión, como bien dice Marie Curie, son capaces de disiparlos.
La glosofobia (miedo a hablar en público) puede ser una de las razones por las cuales en ocasiones nos vemos limitados en nuestro desarrollo familiar, social y profesional. Tenemos el temor a hablar porque nuestra autoestima no tiene la madurez emocional para confrontar las actitudes y comentarios que pudiéramos percibir de los demás. Y ahí está la clave; “lo que percibimos” aunque no haya razón para probarlo.
En ocasiones somos tan vulnerables que la opinión y validación de los demás nos importa mucho. Buscamos la aceptación y para no estar en una situación en que nos sentamos juzgados, mejor las evitamos.
Si sientes temor, te felicito, ese puede ser el motor para confrontar los miedos que tienes. Hemos escuchado que entre los pasos para poder superar las adiciones están en primer lugar; el de aceptar y reconocer el problema o limitación. No porque quedemos conformes y resignarnos, sino, que al poder visualizarlo pudiéramos establecer una estrategia para confrontarlo. No dudes en solicitar ayuda y soporte de amigos, grupos de apoyo o experimentados que tengan otra perspectiva pues hay que recordar que los toros se ven distintos lejos de la barrera, y al estar lidiando directamente, podemos perder la perspectiva. Recuerda busca apoyarte en alguien.
Trabaja en el desarrollo de la madurez emocional, para blindarte ante los fracasos, derrotas, caídas que tengamos. Y recuerda que eventualmente podrán suceder.
Un trabajo para reforzar tu estado emocional es la práctica constante con el soporte de un grupo que pueda apoyar tu autoestima y que solo desee verte romper los paradigmas de comportamiento que te limitan.
Hablar ante el público es uno de los ejercicios más intensos para mostrarse lo vulnerables que somos y trabajar en esa habilidad, te brindará beneficios en cualquier otra área de tu vida, muchas veces sin percibirlo, solo tus actitudes irán demostrando tu crecimiento. Ven al gimnasio de la palabra, en un gimnasio desarrollas músculo, bajas de peso, adelgazas, con el trabajo hecho tú y todos lo perciben.
Cambia tu vida e incorpórate a Toastmasters, el gimnasio de la palabra.
- Marie Curie
¡Felicidades si tienes temores!
Temor; sentimiento de inquietud o angustia que impulsa a huir o evitar aquello que se considera dañoso, arriesgado o peligroso.
Una de las sensaciones que continuamente nos hacen paralizar es el miedo. Muchas veces hemos sentido miedo, es parte de la vida. Siendo pequeños nos guarecemos en la seguridad de nuestros padres y en ocasiones ellos nos protegen guardándonos del peligro y en otras, explicando y tratando hacernos razonar de que no existe el elemento que nos causa el miedo.
Los miedos son experiencias desagradables que hemos vivido o seguimos viviendo sin lugar a duda. Lo digo porque existen miedos fundados, a situaciones reales y miedos infundados, los primeros son posiblemente los más complejos de superar, aunque son de los que más fácilmente identificamos las causas; los segundos son, también, posiblemente los más complicados con los que convivir, por lo complejo que el razonamiento nos haga encontrar la explicación del origen.
El haber vivido malas experiencias pudo permitir el surgimiento, en nosotros mismos, de temor y miedo. Miedo tantas veces paralizante y esclavo que no nos permite seguir adelante, miedo que la mayoría de las veces no es opcional, porque se teme por razones obvias.
Lo que es opcional es la gravedad o intensidad que le atribuimos a ese miedo, y lo que ocasionalmente podemos cambiar, es la percepción de la duración de ese miedo y todo lo que arrastra y va perjudicando y limitando nuestra vida. En ocasiones es tan complejo y difícil de identificar, que necesitamos ayuda profesional para identificarles.
Y efectivamente convivimos con miedos, con miedos fundados y con miedos infundados, con temores reales e irreales, con sospechas, con dudas, con pensamientos y emociones tantas veces improductivos que terminan por sumergir a quien los vive en un espacio de aparente protección poco afortunado.
Los miedos no se superan nunca cuando nos alejamos de ellos o los evitamos, no, los miedos siguen ahí al acecho hasta que uno tiene el valor de confrontarlos, cara a cara, porque sólo el conocimiento y la comprensión, como bien dice Marie Curie, son capaces de disiparlos.
La glosofobia (miedo a hablar en público) puede ser una de las razones por las cuales en ocasiones nos vemos limitados en nuestro desarrollo familiar, social y profesional. Tenemos el temor a hablar porque nuestra autoestima no tiene la madurez emocional para confrontar las actitudes y comentarios que pudiéramos percibir de los demás. Y ahí está la clave; “lo que percibimos” aunque no haya razón para probarlo.
En ocasiones somos tan vulnerables que la opinión y validación de los demás nos importa mucho. Buscamos la aceptación y para no estar en una situación en que nos sentamos juzgados, mejor las evitamos.
Si sientes temor, te felicito, ese puede ser el motor para confrontar los miedos que tienes. Hemos escuchado que entre los pasos para poder superar las adiciones están en primer lugar; el de aceptar y reconocer el problema o limitación. No porque quedemos conformes y resignarnos, sino, que al poder visualizarlo pudiéramos establecer una estrategia para confrontarlo. No dudes en solicitar ayuda y soporte de amigos, grupos de apoyo o experimentados que tengan otra perspectiva pues hay que recordar que los toros se ven distintos lejos de la barrera, y al estar lidiando directamente, podemos perder la perspectiva. Recuerda busca apoyarte en alguien.
Trabaja en el desarrollo de la madurez emocional, para blindarte ante los fracasos, derrotas, caídas que tengamos. Y recuerda que eventualmente podrán suceder.
Un trabajo para reforzar tu estado emocional es la práctica constante con el soporte de un grupo que pueda apoyar tu autoestima y que solo desee verte romper los paradigmas de comportamiento que te limitan.
Hablar ante el público es uno de los ejercicios más intensos para mostrarse lo vulnerables que somos y trabajar en esa habilidad, te brindará beneficios en cualquier otra área de tu vida, muchas veces sin percibirlo, solo tus actitudes irán demostrando tu crecimiento. Ven al gimnasio de la palabra, en un gimnasio desarrollas músculo, bajas de peso, adelgazas, con el trabajo hecho tú y todos lo perciben.
Cambia tu vida e incorpórate a Toastmasters, el gimnasio de la palabra.
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